domingo, 25 de abril de 2010

Dark Pantone (El primer policial negro sudamericano publicitario nerd) Capítulo 6

Resumen de los capítulos anteriores:

Dark Pantone, detective afiliado a SUIPMPYA: Sindicato Único de Investigadores Privados del Mundo Publicitario y Afines, está buscando al inhallable Tiburcio Anselmi, Director de Arte Senior y emblema nacional de la creación publicitaria. Luego de pasar por el cyber del Gordo Resetti, el rastro que sigue lo lleva hasta Víctor Chipper, un empleado del sector de IT de una de las empresas más grandes del planeta: Alimentos Arlequín.

Capítulo 6 en su núcleo intransferible e inalienable:


El Director de RRHH de Alimentos Arlequín, Marco Aurelio Oliver Hardy, era, a los 28 años, toda una leyenda en el universo corporativo: a los 14 años había terminado la secundaria con honores en el colegio más exigente del cono sur: el Plus Ultra Pupils of the Entire World College, a los 18 años obtuvo la Licenciatura en Human Resources en la West Cincinnati University, a los 21 ya tenía 8 MBA´s y daba clases en 9 universidades de todo el continente, lo que lo convirtió en el pasajero frecuente con más millaje de todo el hub de las Américas. Se lo disputaban todas las empresas: comenzó en Automotores Carrington, de allí pasó a Columnata, una de las constructoras más importantes del mundo, luego estuvo en Fandango – Pantaloni & Chamise, hasta que recaló en Alimentos Arlequín, que lograba retenerlo desde hacía dos años con aumentos permanentes de sueldo para que no aplicara su filosofía de mejora continua que le impedía permanecer más de 4 meses en cada trabajo. Este genio precoz era el que había decidido intercalar los pisos de las diferentes áreas para evitar que estuvieran juntos, argumentando que “la comodidad atenta contra la proactividad y el dinamismo”. Así era como el área de IT de Alimentos Arlequín ocupaba los pisos 47, 49, 51 y 53. En el medio estaban: uno de los pisos de Finanzas, la lavandería corporativa y una parte de Logística.

Victor Chipper me llevó directamente al piso 53, donde estaba su oficina y los servidores centrales de la empresa.

- Qué raro lo de este virus, nadie nos avisó nada- dijo, mientras caminábamos por los pasillos donde se procesaban los interminables datos de la mega corporación.

- Estamos avisando en persona, es tan peligroso que estamos aplicando el “human warning”, lo último en alertas informáticas. ¿Qué plataforma usan acá? Es imprescindible que me lo diga para poder evaluar la vulnerabilidad de sus sistemas.

- Ahora estamos usando “Bodokian”, pero estamos migrando a “Mesianic”. El Mesianic lo desarrollaron especialmente para nosotros, llevó 9 años y medio de trabajo, y hace 14 años que empezamos a implementarlo, pero ya estamos a punto de terminar, vamos a ser mucho más eficientes con Mesianic, nada que ver con Bodokian, es mucho mejor, podemos mandar a imprimir y tiene unos botones con colores que hace que todo sea mucho más rápido para los usuarios, además, es muy seguro: no se puede navegar por Internet, ni copiar documentos de una máquina a otra, tiene 7 claves en cascada para entrar a la red y muestra los mails desde una mini ventana de 5 por 8 pixels que filtra todos los virus.

Habíamos llegado hasta el fondo del pasillo. Allí estaba la oficina de Chipper y su equipo. Aunque la temperatura no bajaba de los 65 grados por el calor que levantaban los servers, ni él ni ninguna de las personas que estaban adentro tenía una sola gota de sudor.

- Oiga, al final no se por qué le cuento todo esto, yo a usted no lo conozco, ni siquiera tuvo la decencia de darme su business card.

Lo tomé del cuello de su camisa celeste clarito y lo empujé por el pasillo de servers, hasta arrinconarlo contra uno de los equipos.

- Mire, Chipper, yo no necesito bussiness card, soy Dark Pantone, y quiero saber adónde está Tiburcio Anselmi- dije, mientras me distraía con unas lucecitas verdes que titilaban adentro del server contra el que se aplastaba la cabeza de Chipper, cuestionándome si la frase matadora había tenido el vuelo de las anteriores.

- ¿Anselmi? No se de qué me habla, voy a llamar a vigilancia….

- No me amenace, Chipper, ¿o tengo que decir vic_chip_27?

La cara de Chipper cambió de color varias veces, como si fuera una placa de video que había perdido para siempre su fase.

- Ese nic es ultra secreto, ¿cómo lo conoce?

- Digamos que tengo un buen amigo en alguna que otra cueva, no creo que al CIO de Alimentos Arlequín le cause gracia saber de las andanzas de su equipo de IT, ¿o puedo escribir en mi muro esta hermosa historia?

Chipper miró hacia el pasillo, desesperado. Los tonos pasteles de las remeras y chombas de sus muchachos, que se acercaban hasta nosotros, se reflejaron en los vidrios que protegían los servers.

- ¡Vic Chip en peligro! ¡Vic Chip en peligro!- empezó a gritar Chipper. Le pegué una bofetada y busqué el celular en mi sobretodo. Como pude le saqué la SIM y lo tiré al suelo.

- Para ustedes muchachos, está liberado- dije, señalando el aparato que el grupo miraba con curiosidad a sus pies.

- No me haga reír, mi hermanita de 7 años tiene uno mejor que este- dijo uno de ellos. Los demás le festejaron el chiste riéndose un poco. Hasta Chipper esbozó una sonrisa.

- Sí, pero éste me lo trajo una azafata desde Estados Unidos. Es AT&T, tiene el logo en la carcaza y en la pantalla de inicio- dije.

Se miraron entre ellos y después, como si fueran zombies desesperados por morder un cerebro, se tiraron sobre el aparato, gritando “mio, mío, te dije que es mío, soltá, mío, mío de mi persona, no tuyo, mío.”

Lo arrastré a Chipper hasta otro pasillo. En ese, las lucecitas de los servers eran rojas.

- Bueno, Chipper, basta de pre loadings, ¿qué estaban haciendo en el cyber de Resetti? ¿Qué pasa con Anselmi?

- Yo lo único que se de Tiburcio Anselmi es que es un personaje de un juego que me pidieron desarrollar por mail. Me entró el pedido un día a mi casilla personal, no a la de acá, la dirección del remitente era: ss_super_creative_master_01@goldenbrain.com Desde ahí me mandaban las instrucciones de cómo tenía que ser el juego. Era todo muy detallado: escenarios, personajes, argumento. Pero nunca hablé con nadie. Lo programamos con los muchachos del team, pero teníamos que hacer las pruebas en algún lugar donde nadie nos conociera, por eso fuimos a lo de Resetti. Hace unos días nos dijeron que estaba todo OK, que el juego estaba listo. Empecé a mandar mails para ver si nos pagaban, pero no me los contestaron más, no se qué pasará.

- ¿ss_super_creative_master_01@goldenbrain.com? ¿Con guión del medio o con guión bajo?

- Guión del medio

- ¿Seguro? ¿Sin punto, sin nada raro?

- Seguro, todo guión del medio

- ¿Punto com, no punto com punto ar, no?

- No, no, punto com, sin punto ar.

- Gracias, Chipper, y si tengo algún problema para salir de este edificio, el primero en saberlo va a ser el CIO de Alimentos Arlequín- dije, pero la amenaza no tuvo sentido ya que Víctor Chipper salió corriendo hacia donde sus compañeros se seguían disputando el celular, al grito de “Yo soy el Project Leader, tengo prioridad, tengo prioridad”

Recorrí el largo camino en el ascensor junto a ejecutivos, empleados, proveedores y algunos canastos de la lavandería corporativa que inundaban todo con el penetrante aroma a lavanda del suavizante de las camisas.

Dejé el enorme edificio pensando que hasta ese momento lo único que había conseguido era una dirección de mail, que sin dudas nadie respondería nunca, ni para decirme adónde estaba Tiburcio Anselmi, ni para pagarle a Victor Chipper y a su team.

Decidí volver a mi oficina para pensar un poco el asunto y de paso desempolvar algún viejo celular donde poner mi SIM.

Pero el camino iba a ser un poco más largo de lo que yo esperaba: una Traffic ploteada de negro mate me cerró el paso con una frenada violenta.



CONTINUARÁ...

jueves, 1 de abril de 2010

Dark Pantone (El primer policial negro sudamericano publicitario nerd) Capítulo 5

Resumen de los capítulos anteriores:

Dark Pantone, detective afiliado a SUIPMPYA: Sindicato Único de Investigadores Privados del Mundo Publicitario y Afines, está buscando a Tiburcio Anselmi, Director de Arte Senior y epítome del talento creativo, quién no puede ser hallado en ninguna parte, ni siquiera en los salones de chat, donde no figura con ninguno de sus 18 nics habituales. Las declaraciones del Gordo Resetti, dueño de una cyber cueva, llevan a Dark hasta el sector de IT de una megamultitransnacional: Alimentos Arlequín.

Capítulo 5 en su entidad total e irrepetible:

Alimentos Arlequín: la joya de la corona, la reina madre, la princesa consorte, la emperatriz todopoderosa, la novia caprichosa, la femme fatale, la niña consentida, la sacerdotisa hermosa y cruel en cuyo altar se sacrifican las ideas de los publicitarios de todo el orbe.
Los números de Alimentos Arlequín podrían hacer llorar de emoción al economista tecnócrata más frío y ortodoxo de la escuela de Chicago: 1.599.728 empleados en todo el mundo, 757.589.456.345 trillones de dólares de facturación anual, 1ra. empresa productora de pan lactal esponjoso y mermelada de pera a nivel mundial, 1ra. productora de jugo de aguacate y panqueques predoblados en Eurasia y Mar del Norte, 2do. fabricante de galletitas enmantecadas en China y Oceanía, líder absoluto en pollo prensado y albóndigas de pescado en EEUU y Canadá… en definitiva, las góndolas de los supermercados de todo el planeta Tierra viven pobladas siempre con sus productos omnipresentes.
Alimentos Arlequín… la tabla de salvación de los bolseros de medios, la cuenta que con sólo nombrarla estampa la codicia y dibuja sonrisas lascivas en los ejecutivos de todas las agencias de publicidad del país.
Ahí estaba yo, frente al la sede central de Alimentos Arlequín: el edificio más inteligente de Buenos Aires, según el resultado de un concurso de IQ que se hizo entre edificios del centro y Puerto Madero. Incluso, resultó ser más inteligente que muchas de las personas que estaban adentro.
Sobre la entrada principal, la enorme figura de un Arlequín que saludaba sin parar, creación del genial ambientador Rocky Manteada, invitaba a ingresar en el poderoso mundo de la mega compañía, aunque mucha gente se lo confundía con la entrada de un garage.
Con un andar que intentaba ser despreocupado avancé hacia la recepción, donde un pequeño ejército de unas 40 recepcionistas vestidas como azafatas (pero sin las sonrisas, ni el café, ni los sándwiches en paquetitos, ni las mermeladas en miniatura) hacía sufrir a los que intentaban acceder a las entrañas del edificio. Tenía que encontrar la manera de llegar a Víctor Chipper.
- Buenos días -dijo la recepcionista, sin mirarme, mientras sellaba un sobre cuyo próximo destino era perderse para siempre en los vericuetos del correo interno.
- Buenos días, necesito ver urgente al señor Víctor Chipper, de Sistemas.
- ¿Tiene reunión?
- No, pero es una emergencia.
- Sin reunión es imposible, pero si quiere le puedo regalar unos segundos de ilusión haciendo de cuenta que le aviso y que me deja en espera hasta que me diga que no.
- Mire, señorita, es un asunto importantísimo, esencial para la empresa…
- Se me están yendo las ganas de regalarle los segundos de ilusión, también puedo ofrecerle un viaje hasta la puerta empujado por la gente de seguridad.
A nuestro alrededor los teléfonos no paraban de sonar. Los motoqueros, como guerreros agotados por mil batallas, entraban y salían, dejando o llevándose sobres que alguien, en alguna parte, estaría esperando al borde del colapso nervioso. Jugué mi última carta: el ancho de espadas. Después, me quedaban solamente dos cuatros, y los dos eran de copas.
- Escúcheme, vendo de Macrosoft System, hay una alerta mundial porque se acaba de distribuir el virus informático más peligroso del mundo: todas las líneas de producción se pararían, millones de toneladas de materia prima podrían perderse, los gerentes no podrían viajar a sus reuniones sin sentido porque los aviones no lograrían despegar, la gente se asfixiaría en sus boxes por falta de aire y los ascensores quedarían detenidos, con las personas atrapadas adentro. Si lo dejamos avanzar no habría hospitales, ni escuelas, ni policía, ni presentaciones en power point… es muy importante que hable con él.
La recepcionista me miraba, pensando si tenía que avisar o no.
- Y, sin duda, los teléfonos dejarían de funcionar -dije.
Un gesto de horror se dibujo en la cara demasiado maquillada de la joven.
- Ya mismo lo llamo -dijo, con un temblor evidente en su voz. Levantó el tubo y discó un interno de 24 dígitos.
- Hola, Sr. Chipper, acá está el señor... Durk Petrona de Mocresuf Sosten…
- Es Dark Pantone -dije, dándole la cédula -de Macrosoft System.
- Sí, Pantone Dark, de Systems… -dijo.
- Macrosoft.
- Magrosong… Sí, sí… eso… Sí, que es urgente, por un virus que podría destruir a la humanidad toda o algo así -dijo la chica, mientras un tipo de traje que estaba al lado mío se ponía pálido y se iba cayendo al suelo bañado en sudor frío.
- Ya lo atiende -dijo la chica, ingresando mis datos en el sistema. Me hizo mirar una webcam y después me dio una tarjeta magnética.
- Espere por allá -dijo, señalando una zona no muy definida donde se veía a proveedores de toda clase caminando como animales enjaulados, pero sedados y sin mucho manejo de la motricidad.
Cada tanto, desde más allá de los molinetes, bajando de los ascensores de puertas metálicas, venía alguien, estiraba una mano en un saludo estandarizado, y rescataba a alguno de los pobres desamparados que daban vueltas por el hall.
Uno de esos, que parecía hacer sido rendereado por el mismo programa que los demás, era el que me venía a buscar a mí: Víctor Chipper, la persona que me llevaría hasta el corazón de Alimentos Arlequín.


CONTINUARÁ...