sábado, 16 de marzo de 2013

Dark Pantone (El primer policial negro sudamericano publicitario nerd) Capítulo Final


Resumen de los capítulos anteriores:

Dark Pantone, detective afiliado a SUIPMPYA: Sindicato Único de Investigadores Privados del Mundo Publicitario y Afines, descubre el plan macabro del megacreativo publicitario Silvio Silver para dar vida a un ser humano usando Photoshop. El experimento no sale según lo planeado y el humanoide comienza a huir, trepando por las entrañas del rascacielos de Parnasus&Parnasus, la agencia de publicidad más poderosa del orbe.
Capítulo 12 en su noción particular inherente y abarcativa:
A pesar de su aspecto blandengue y gelatinoso, el humanoide subía a toda velocidad, mientras Tiburcio y yo reptábamos como gusanos reumáticos por el interior del tirabuzón. Cubiertos de sudor y polvo llegamos hasta la cima. Encontramos a los creativos abrazados en un rincón, con sus rostros pálidos y ojerosos, dominados por un pánico aún mayor que aquel que debían enfrentar cada vez que le presentaban una idea a Silver. El humanoide les hablaba con su voz de magnetófono humedecido, mientras ellos escuchaban aterrados.
-       Lo importante es respetar a las mujeres y los niños. No crear mensajes engañosos. Ser considerado con las minorías. No avalar las mentiras de las corporaciones- sermoneaba con tono eclesiástico el indescriptible Hombre de Photoshop.
-       ¡Es mi sueño, un publicitario con ética! Creí que jamás iba a vivir para verlo- dijo Anselmi, con orgullo.
-       ¡Es verdad: no vivirás para verlo!- aulló Silver, surgiendo desde el ascensor, dispuesto a golpear a Tiburcio con un palo de golf. Cuando parecía que la crisma del anciano iba a quedar esparcida por la decoración estilo cuarto de adolescente adinerado y aburrido que algún decorador de tarifas siderales había elegido para el lugar, el humanoide estiró una mano y lanzó una bofetada que arrojó a Silver contra la pared, entre la expendedora de golosinas y el tiro al blanco. Como zombies dispuestos a comerse un cerebro, los creativos saltaron sobre él, con la fuerza de una venganza que lleva muchos años esperando. En ese momento, entraron varios guardias de seguridad. El humanoide lanzó una especie de señal de alarma al verlos y salió corriendo. Al verse acorralado, rompió un vidrio de la cúpula utilizando una suerte de martillo neumático retráctil que salió de su pecho y comenzó a correr por la pasarela suspendida en el aire que Silver usaba para inspirarse, contemplando la infinitud del horizonte cuando no se le ocurría absolutamente nada y no conseguía exprimir ni siquiera a algún junior que todavía conservaba algún resabio de imaginación. Un Silver que, por otro lado, pedía ayuda a los guardias de seguridad para que los creativos dejen de cachetearlo, pero no lograba demasiado entusiasmo por  parte de quienes debían salvarlo, que miraron para otro lado y salieron a perseguir al gelatinoso ser animatrónico. Tiburcio y yo salimos a toda velocidad tras ellos. El humanoide llegó al borde de la pasarela y nos miró con sus ojos de magma colorinche. Nuestras miradas se cruzaron. El tiempo pareció detenerse. Los guardias estaban a la expectativa. Tiburcio miraba asustado y embelesado como una madre ante la monería extrema de su hijo favorito e incontrolable. Silver seguía recibiendo bofetadas tanto de revés como de drive. Si acaso en aquel rostro gomoso y traslucido podía dibujarse una expresión humana, fue en ese momento que creí verla: una expresión de súplica, un pedido de ayuda desesperado, acompañado de un gemido idéntico al de un fax dando señal. Pero el viento soplaba a toda velocidad y el peligro era demasiado. Entonces, avancé hacia el humanoide e hice lo único que podía hacer…
Pero todo eso pasó hace ya algún tiempo. La carrera de Silver cayó en desgracia. Fue condenado a 27 años de prisión por secuestro, manipulación genética y estética indebida, manejo inescrupuloso de poder e hinchapelotez laboral extrema sin atenuantes. Logró salir en libertad y pudo cumplir su condena escribiendo publicidades e himnos laudatorios en rigurosos versos alejandrinos para organismos del Estado nacional y países miembros de la Unasur de por vida. Tiburcio volvió a la actividad con toda la gloria que le correspondía, e incluso un poco más: fue llamado a presidir el comité organizador del festival de Grummesslang, se casó con una escandinava de 23 años y jamás regresó al país. Kiki me dio una entrevista privada y no fue difícil entender por qué era tan querida en el ambiente. Víctor Chipper y los hermanos Gorritti tuvieron la peor condena posible: se dedicaron a reparación y mantenimiento de PC para poder sobrevivir. En cuando al humanoide, en fin, aquella tarde, en esa pasarela suspendida sobre la ciudad, cuando le presté mi sobretodo y lo saqué de allí, estaba convencido de estar metiéndome en un problema. Pero después de un tiempo, descubrí que era un gran compañero de trabajo: compatible con todos los sistemas operativos, con banda ancha satelital, alta velocidad de procesamiento, y un gran sentido del humor, que comencé a apreciar después que me acostumbré al carraspeo metálico de su voz artificial. Además, prepara un café excelente y logró hacer sonreír cuatro veces en los últimos meses a mi secretaria, que claramente prefiere interactuar con seres no humanos. Cuando surge un caso trabajamos como dupla, resolviendo de la manera más creativa y audaz las situaciones más difíciles, aún con los clásicos briefs incompletos o vacíos del todo que nos acercan nuestros clientes. Lo bauticé “Layer”, pero los más cercanos lo conocemos como “Lay”. Qué más puedo decir: creo que es el comienzo de una hermosa amistad.
FIN
KAPUT
THE END
SE FINÍ
WAR IS OVER
GAME OVER

viernes, 11 de noviembre de 2011

Dark Pantone (El primer policial negro sudamericano publicitario nerd) Capítulo 11

Resumen de los capítulos anteriores:

Dark Pantone, detective afiliado a SUIPMPYA: Sindicato Único de Investigadores Privados del Mundo Publicitario y Afines, llega hasta el reducto secreto de Silvio Silver, quien está listo para activar su proyecto más demencial y mesiánico con la esperanza de lograr el mayor premio del mundo publicitario y quizás también mejorar la raza humana y dominar el planeta.

Capítulo 11 en su corpus teórico-conceptual explícito:

Los rostros extasiados, las mandíbulas caídas, las miradas alucinadas, los cuerpos expectantes, las manos temblorosas, el sudor helado, los picos de presión, la angustia oral…, todo esto se distribuía de manera alternada, intermitente, secuencial y saltarina entre todos los espectadores del circo de locura psicótica de Silvio Silver.
- ¡Loading gloria eterna!, ¡Loading gloria universal! -aullaba Silver parado frente a la camilla, donde la figura debajo de la lona ploteada comenzaba a sacudirse con frenesí de coreógrafo de eventos empresariales sobrepasado por los nervios de no llegar a la fecha de la fiesta. Ante cada sacudón de lo que fuera que estuviera allí debajo, el resto de los asistentes nos íbamos alejando, como un grupo de VP’s temerosos ante un CEO enfurecido por los resultados magros de algún Quarter de baja performance.
- ¡Vive, maldita sea, vive! -vociferaba un Silver enrojecido y sudoroso.
- Tampoco lo trates así, necesita comprensión -dijo Tiburcio.
- ¿Comprensión? ¡Así nunca vas a formar un teamwork ganador! -aulló Silver.
- Claro, porque los enajenados esos que tenés encerrados allá arriba son re grosos, ¿no? -contestó Tiburcio, perdiendo un poco el aire de anciano bueno iluminado por las divinidades astrales.
- Son la creme de la creme, el epicentro, el núcleo vital, la base de la publicidad moderna que nadie puede superar porque… -
La diatriba de Silver se cortó cuando la lona se empezó a levantar sola. Silver comenzó a llorar de emoción.
- Sí, está vivo…, ¡Por fin! La evolución natural del ser humano: primero fueron los homínidos que caminaron por las planicies africanas y se extendieron por el resto de los continentes hasta convertirse en Homo Sapiens y avanzar por la Edad de Piedra, la Edad de Bronce, la Edad de Hierro, la Primera Revolución Industrial, la Segunda Revolución Industrial, la crisis del petróleo de 1973, la caída del muro de Berlín y el lanzamiento del iPod, hasta llegar a su versión más perfecta, el hombre total, el ser del futuro, capaz de conectarse a todas las redes, compatible con todas las plataformas, con más capacidad de almacenamiento, con una interfaz más amigable e intuitiva, con más defensas contra la gripe, sin tránsito lento ni problemas de caspa, preparado para la mejora continua y la trazabilidad…, energúmenos involucionados y primitivos: ¡conozcan al Hombre de Photoshop!- dijo Silver, tirando de la lona. Se hizo un silencio profundo, aterrador, incómodo, doloroso. Todos los ojos se posaron en la figura humanoide que nos miraba con ojos redondos y saltones desde la camilla. De textura verdosa y brillo de gelatina, sin pelos, cubierto por una suerte de pátina aceitosa, se lo veía desorientado. Movía su redonda cabeza de uno a otro, como si intentara comprender lo que estaba sucediendo. Silver y sus dos asistentes se miraron con alarma.
-Bueno, en fin…, a lo mejor tendríamos que darle una vueltita más al tema de la epidermis, pero, aquí está, listo para caminar por el mundo y llevarnos de la mano al futuro -dijo Silver. El humanoide lo miró, mientras Silver le señalaba el suelo para motivarlo a dejar la camilla. Silver insistió con la mirada, hasta que la criatura se decidió y empezó a bajar. Se posó en el suelo. Le costaba mantener el equilibrio. Su cuerpo gomoso temblequeaba mientras sus pies se movían con torpeza.
- Y hora… ¡parla uomo!- exclamó Silver, levantando los brazos. El humanoide lo miró, si es que le podía llamar “mirada” al giro desorbitado de sus esferas amarillentas. Extendió los brazos con pulso tembloroso y empezó a abrir la boca. El sonido que salió era una mezcla de gemido gutural con señal de modem telefónico y estática de radio, en ese orden.
- Dinos tu mensaje, danos la clave de lo que vendrá, se el profeta de las maravillas de los siglos que le esperan a nuestra insensata raza humana- dijo Silvio Silver, con ternura de madre adicta a alguna pastilla poderosa.
El humanoide barrió con sus globos oculares translúcidos y enormes la cara de cada uno de los que lo mirábamos con una mezcla de sensaciones desagradables. Cuando llegó a Tiburcio su rostro se iluminó, pero no en forma metafórica, se iluminó desde adentro con una especie de lámpara de leds que se ve que tenía atrás de la nariz. Señaló a Tiburcio con sus dedos resbaladizos, mientras su boca se abría cada vez más.
- Pa…, pa…, ¡papá!- dijo. Una lágrima espesa, como de algún aceite resinoso cayó por su mejilla.
- ¡Papá! ¡Llamó papá a este mediocre genio del pasado! ¡Tanto tiempo y dinero invertido en este bastardo tecnológico! ¡No puedo creerlo!- gritó Silver.
Las dos asistentes no atinaban a hacer nada más que a taparse la boca con ambas manos y mirar con terror a su jefe. Los Gorriti daban la sensación de estar tratando de entender algo de lo que había pasado en la última media hora y claramente estaban fracasando.
-¡Rápido! – gritó Silver, chasqueando los dedos -¡Mejora Continua ya!
Las dos asistentes oprimieron una serie de botones y el laboratorio se transformó en una sala de reuniones.
- ¡Ustedes, quedense que necesito maltratar a alguien inferior para descargar mi ira- les ordenó Silver a los Gorriti, que se quedaron en un rincón, discutiendo sobre lo que cada uno creía que había visto.
Silver y sus asistentes se sentaron en la mesa de la sala de reuniones.
- ¿Organizamos un focus group?
- ¿Implementamos el benchmarking?
- ¿Secuestramos a las mentes más privilegiadas del mundo científico hasta que nos revelen sus secretos más valiosos?
A partir de ahí empezaron una reunión en la que iban “tirando temas” para ver “qué forma le daban” a las “propuestas”. Estaba claro que se habían olvidado del humanoide y de nosotros: el proyecto no había sido exitoso, así que ya no importaba. Pero en esos minutos eternos en los que se iba desarrollando la reunión, el humanoide empezó a elongar y a bajarse info a través de su antena wi fi, hasta que estuvo listo para escaparse. Cuando me di cuenta ya era tarde. Nos empujó a Tiburcio y a mí, con sus brazos blandengues pero poderosos, y comenzó a trepar por el conducto en forma de tirabuzón hacia afuera. Lo seguí tan rápido como pude: no podíamos dejarlo escapar.

CONTINUARÁ…

domingo, 9 de enero de 2011

Dark Pantone (El primer policial negro sudamericano publicitario nerd) Capítulo 10

Resumen de los capítulos anteriores:

Dark Pantone, detective afiliado a SUIPMPYA: Sindicato Único de Investigadores Privados del Mundo Publicitario y Afines, logra encontrar a Tiburcio Anselmi, Director de Arte Senior y monumento viviente a la genialidad creativa, quien está en manos de una extraña organización liderada por el publicitario más famoso de Latinoamérica: Silvio Silver, ambicioso personaje que esconde un oscuro secreto.

Capítulo 10 en su unicidad indivisible y consustancial:

Espiral de locura egotista, tirabuzón demencial o cambio de paradigma enajenado, con cualquiera de esos coloridos nombres podría haber bautizado una civilización extraplanetaria al camino circular que era como un intestino rococó hundido en las entrañas del edificio de Parnasus&Parnasus por el cual bajaba el Segway sin poder detenerse. Sobre los laterales se veían, dentro de vitrinas con algo de roña adherida a los vidrios, escenas de la vida de Silvio Silver representadas con muñecos autómatas en miniatura: Silvio Silver disertando en el festival de Cannes, Silvio Silver recibiendo alguno de sus innumerables premios Clio, Silvio Silver saludando a un senador de los EEUU, Silvio Silver viajando en jet privado con estrellas de la NBA, Silvio Silver tomando whisky on the rocks con Mick Jagger en un castillo en Escocia, Silvio Silver dirigiendo una publicidad de pañales protagonizada por George Clooney y Julia Roberts, Silvio Silver donando un microscopio nuclear a la Universidad del Comahue…, las escenas me hipnotizaban, no podía pensar, sólo podía dejar que mi vista se recreara con ese pequeño mundo de chifladuras animadas. La espiral descendente de iconografía autocelebratoria llegó hasta una vitrina vacía, donde había un cartel que decía: “Muy pronto aquí: Grummesslang, o los destruiré a todos malditos mediocres sin talento que no reconocen a un verdadero creador que ve más allá de su época y está adelantado a todo lo que existe”. Detrás de ese cartel, se acumulaban las telarañas y un grupo de bichos bolita estaban organizando los esbozos de una micro ciudad con el polvo acumulado. El trance en el que me hallaba hizo que me diera cuenta demasiado tarde de que la puerta de salida se había abierto. Mi recorrido terminó contra los hermanos Gorriti que formaban una barrera como si estuvieran esperando un tiro libre. Me empujaron del Segway. Desde el suelo, pude ver que estaba en un lugar iluminado con luces de distintos colores, una especie de cueva con grandes sillones y tuberías retorcidas conectadas a varias mac en red, una mezcla de laboratorio de científico loco con boite de los años `70. Silvio Silver, con un delantal blanco, oprimía los teclados de las mac, saltando de una a la otra, mientras las dos chicas iguales le disparaban una serie de preguntas:
- ¿Aumentamos la presión?
- ¿Inyectamos más protoplasma?
- ¿Reordenamos los núcleos intercelulares?
- ¿Activamos la sinapsis convulsiva?
Pude ver que todas las tuberías terminaban en una camilla cubierta por una lona vinílica, ploteada con la imagen de Silvio Silver vestido como científico con un castillo y un cielo cubierto por rayos de fondo. Debajo, se dibujaba la silueta de una figura humana. Dos de los hermanos Gorriti se habían alejado para custodiar a un hombre que miraba la escena con expresión de resignación. Tenía una cabellera blanca y venerable, una barba tupida que brillaba como la nieve sobre los Alpes suizos, la mirada clara, llena de sabiduría y combinaba unas sandalias hippies de cuero con una chomba de marca. “Tiburcio Anselmi”, pensé. El hombre me miró.
- Sí, soy yo, pero ya es demasiado tarde -dijo.
- Pero yo no dije nada -contesté.
- No intentes comprender, sólo deja que la energía te bañe con su esencia -dijo.
- ¡Basta de falsa sabiduría orientaloide! ¡Estoy por lograr mi obra cumbre! ¡No arruinen con su parloteo vacío este momento de clímax narrativo!
- Tu obra cumbre es una locura, Silvio, crear algo tan importante es una enorme responsabilidad, más aún que hacer spots de TV para el público infantil. Estás usando para el mal una idea que tuve para el bien, como hiciste desde que eras un inocente junior allá lejos y hace tiempo -dijo Tiburcio Anselmi.
- Ya nadie quiere escucharte, Tiburcio. Ahora llegó mi turno de demostrar que soy el más grande de todos -dijo Silvio Silver.
- Yo sí quiero escucharlo, parece interesante el tema -dije.
- Yo también -dijo el hermano Gorriti con la remera de Spok. El que tenía la remera de Mr.T le pegó un sopapo en la nuca.
- Callate, nene, hay que hacer lo que dice Silvio -dijo el Gorriti Mr.T.
- Cortenlan, loco -dijo el Gorriti Darth Vader.
- A ver, a ver, a ver…, quieren escuchar a Tiburcio, muy bien…, dejemos que este pobre anciano les explique de qué se trata todo esto, aprovechen la oportunidad de escucharlo antes de que ya no vuelva a frecuentar los ambientes más selectos del circuito publicitario y caiga en el ostracismo de algún trabajo de verdad.
Las dos chicas igual se agitaron, desesperadas.
- ¿Tenemos que tomar nota?
- ¿Armamos la minuta de la reunión?
- ¿Se conecta alguien vía video conferencia?
- ¿Vamos a proyectar en pantalla?
Silvio Silver levantó una mano. Las chicas se quedaron petrificadas en los lugares donde estaban. Anselmi resopló.
- Muy bien, les voy a contar cuál es el concepto que Silvio me está robando para presentar una idea como si la hubiera pensado él solo: durante años me dediqué a estudiar los secretos del Photoshop, llegué a conocer sus recovecos más intrincados, sus posibilidades más remotas, aquello que nadie había descubierto, mis conocimientos se hacían más amplios versión tras versión. Hasta que una noche de tormenta, mientras estaba reorganizando los layers de una imagen hiperrealista de un personaje para animar, en mi casa de campo en Chañar Ladeado, se desató una fuerte tormenta eléctrica. Sabia que debía hacer save as y apagar el equipo, pero no podía dejar mi trabajo, estaba poseído, una fuerza superior a mí me obligaba a seguir avanzando, hasta que pasó lo inevitable, un fuerte rayo cayó sobre mi mac. La luz me encegueció y caí hacia atrás en mi silla. Cuando pude levantarme…, vi…, algo…, que…, no…, podía…, ser…, imaginado…, por…, mente…, humana…, alguna…, traición…, inconcebible…,
- Vamos, Tiburcio -dijo Silvio Silver.
- Sí, perdón, en fin…, lo que vi, entre los restos calcinados de mi máquina, fue a un pequeño hombrecillo que bailoteaba, tarareando una música celta, vestido con un kilt, ya que el personaje era para una marca de whisky escocés. Luego de unos instantes, el hombrecillo se desvaneció, pero entonces ahí lo comprendí todo, absolutamente todo, el asunto era claro y prístino como el agua, la revelación se había producido…
Tiburcio Anselmi se quedó en silencio. Todos nos miramos confundidos.
- El tema este de la revelación, entonces…, vendría siendo que…, que…, o sea…, -dijo el Gorriti Mr. T.
- ¡Basta! ¡Otra vez con la sutileza! ¡Hay que ir a los bifes, Tiburcio, sino la gente no entiende nada de nada! ¿Cuándo lo vas a entender? -dijo Silvio Silver, acercándose hasta el teclado de las mac.
- ¡Carga eléctrica total! ¡Llegó el gran momento! -ordenó Silver.
Las dos chicas corrieron a activar unos aparatos llenos de palancas y luces desde donde salían los tubos que terminaban en las camillas.
- ¡Ahora van a entender todo, mediocres miserables, ahora van a ver la genialidad plasmada en la más grande obra jamás creada! -exclamó Silver, mientras fuertes estallidos de luz nos enceguecían haciendo vibrar todo el sótano.

CONTINUARÁ…

domingo, 21 de noviembre de 2010

Dark Pantone (El primer policial negro sudamericano publicitario nerd) Capítulo 9

Resumen de los capítulos anteriores:

Dark Pantone, detective afiliado a SUIPMPYA: Sindicato Único de Investigadores Privados del Mundo Publicitario y Afines, avanza en la búsqueda de Tiburcio Anselmi, Director de Arte Senior, verdadero buque insignia y hasta incluso mascarón de proa de la genialidad publicitaria, quien parece haber sido deleteado cuál spam indeseable de este mundo. Luego de una serie de peripecias donde se topa con los más oscuros y atípicos personajes, llega a estar cara a cara con el que parece haber pergeñado el malévolo plan para secuestrar a Tiburcio: Silvio Silver, el director creativo estrella de la agencia más grandiosa del universo: Parnasus&Parnasus (filial local con liderazgo para todo el Cono Sur y alcance en otras regiones, continentes, subcontinentes, countries y barrios privados).

Capítulo 9 en su particularidad irremplazable y privativa:

Las puertas se abrieron como franqueándome la entrada a la sala más sagrada del templo secreto de alguna religión antigua de una civilización desaparecida en un continente hundido en un mar sepultado por una cordillera erosionada por un viento extinguido a causa del cambio de presión que provocó una modificación en el anticiclón que lo generaba como consecuencia del cambio climático global. De espaldas a la puerta, mirando la ciudad por entre las nubes, con el rostro reflejado sobre el interior de la esfera de vidrio que envolvía su oficina, Silvio Silver tenía la vista perdida sobre los edificios que se dibujaban en el horizonte.
-¿Chocolates Pegotín? -preguntó.
-No, gracias -contesté.
-Dígamelo… ¿fue por la campaña de Chocolates Pegotín?- volvió a preguntar y se dio vuelta. Caminaba como un mariscal de las guerras napoleónicas armando su estrategia para la batalla.
- Eso fue una genialidad, sin dudas -continuó diciendo sin esperar respuesta-. Alimentos Arlequín había intentado elaborar un nuevo chocolatín que no se derritiera ni se pegoteara pero les salió al revés y el chocolate se deshacía en cuanto lo tocaban. Les había costado varios millones la nueva línea de producción, era un verdadero desastre financiero. Y ahí fue donde intervino la chispa, la creatividad, la genialidad, el talento sin límites del equipo creativo liderado por mí, con una campaña pensada por mí, desarrollada por mí y dirigida por mí. El claim transmite la genialidad de la idea y la perfección de la estrategia: “Pegotín: dulzura que enchastra tu corazón” -dijo, moviendo su mano como si estuviera tocando un cartel invisible que flotara en el aire- Así de simple mi amigo, bastó esa idea para que los consumidores de todas las edades quisieran mancharse la ropa, las manos, el pelo, el tapizado del auto y los interiores de sus precarias o lujosas viviendas con esa pasta dulcificada artificialmente que apenas se podía mantener entera adentro de su envase. Como rebote, subieron las ventas de “Espumete”, el jabón para la ropa del Grupo Burbuja, entonces hicimos una campaña conjunta, “Pegotín” y “Espumete”, con el lema: “Para corazones enchastrados, el blanco del mejor lavado”, hasta hicimos un pack familiar donde venían 10 “Pegotines” y un paquete de 3 kilos de “Espumete”, otro éxito de ventas -concluyó, agitado, con expresión de iluminado mesiánico, respirando a sólo 3 centímetros de mi rostro.
- No fue por eso -dije.
- No me diga nada, espere, a ver…., esteeeeee…, ya sé, “Armagedón”, tiene que haber sido “Armagedón”, el arma de defensa para toda la familia, una obra maestra de la comunicación, sin dudas, ¿eh? -decía, caminando en círculos, a pasos cada vez más acelerados- Armamentos Rochester había hecho un fusil liviano, pensado para que cualquiera lo tenga en su casa como protección por el tema de la inseguridad y teníamos que vencer el prejuicio de alguna gente atrasada, siempre en contra del progreso y de la ley de selección natural, que todavía piensa que tener armas es algo malo, pero a la vez teníamos que marcar la peligrosidad del tema porque la compañía quería estar cubierta en caso de que hubiera una negligencia humana que no tuviera nada que ver con defectos de fabricación o falta de información suministrada al consumidor. Entonces, encontramos el mensaje: “Tiene mira, y mejor si no te toca”, fácil, simple, recordable, un juego de palabras que nos recuerda a nuestra infancia y a la vez una advertencia mortífera pero simpática, musical, que nos llevó a lograr el objetivo: “Armagedón” fue record de ventas en regalos para el Día de la Madre y Navidad. Tiene que ser eso, ¿no? -dijo, arrojándome su aliento tibio sobre la nariz.
- Tampoco es eso.
- Aaaahhh…, Grummesslang…, Grummesslang…, siempre misteriosa es tu Urraca ilustre, tu trémulo ídolo de precioso metal, sorpréndeme entonces, anónimo mensajero.
- Parece que el premio mayor te lo vas a llevar por algo que se llama Tiburcio Hunting, ¿te suena?
- ¿Tib?..., ¿Hunt?...
- Sí, un tal Víctor Chipper nos puso al tanto de esta interesantísima propuesta de gran pregnancia y recordación.
Silver dio un salto hacia atrás y luego corrió desorientado por su oficina, sin saber hacia donde ir.
- Esto es…, yo…, mi carrera… -balbuceó, apoyándose contra una estantería llena de muñecos de distintos tamaños. Su rostro se puso rojo, casi bermellón, como si hubiera descubierto un error en un spot de TV que ya había salido al aire. Me tiró con un Spok que no mediría menos de 50 centímetros y tal vez pesara unos 4 kilos. Me corrí justo para esquivarlo, pero no alcancé a evitar el Batimóvil que estacionó de punta en mi frente. Silver aprovechó mi caída al suelo para saltar por encima mío y enfilar hacia la puerta de su oficina. Me recuperé y logré manotear un Chewbacca, con el pelo de una textura asquerosamente real, que hice volar hasta que se estampó cabeza abajo contra la espalda del rey de la creatividad latinoamericana. El golpe funcionó como un empujón que lo acercó a su Segway bañado por completo en plata que brillaba gracias a la luz celestial que acariciaba cada rincón de la cúpula. Trepó en el vehículo, chocó contra la puerta abriéndola de par en par y escapó hacía la sala de los creativos. Salí corriendo tras él. El creativo fantasmal que manejaba uno de los Segways se acercó a mí a toda velocidad. Me preparé para el impacto, pero frenó casi rozándome y se bajó del aparato.
- Llevate el mío, no le aflojes, estamos con vos, flaco -dijo, señalándome el manubrio. Aceleré como pude y salí a toda velocidad. Una especie de compuerta secreta en una de las paredes se abrió para dejar pasar a Silver. Antes que desapareciera en la oscuridad, vi como una pelotita de ping pong rebotaba contra la pelada incipiente de su cabeza. Cual libertador de pueblos en una marcha triunfal, los creativos me aplaudían, mientras me acercaba a la entrada que me llevaría a descubrir el gran secreto que se ocultaba tras la desaparición de Tiburcio Anselmi.

CONTINUARÁ…

jueves, 2 de septiembre de 2010

Dark Pantone (El primer policial negro sudamericano publicitario nerd) Capítulo 8

Resumen de los capítulos anteriores:

Dark Pantone, detective afiliado a SUIPMPYA: Sindicato Único de Investigadores Privados del Mundo Publicitario y Afines, continúa la búsqueda de Tiburcio Anselmi, Director de Arte Senior que supo ser un faro de creatividad y benevolencia para toda una generación y se ha esfumado cuál director de empresa un viernes por la tarde. Su investigación lo lleva hasta Parnasus&Parnasus, la agencia más importante del planeta Tierra y de algún que otro asteroide, desde donde su Director Creativo Silvio Silver ejerce de mandamás indiscutido del quehacer publicitario todo.

Capítulo 8 en su naturaleza intrínseca indisoluble:

¿Cuántos junior con la carpeta de trabajos de la Facu o la escuelita habrían temblado de terror frente al edificio brillante cuál maqueta recién lustrada de Parnasus&Parnasus? ¿Y cuántos más lo harían aún, eh? Miles, cientos, decenas, unidades… El propio Silvio Silver había sido alguna vez uno de ellos. La puerta automática se descorrió como un telón cibernético que me mostró la imagen del éxito hecha realidad: un grupo de periodistas rodeaba a Silvio Silver. Las luces de los faros y los flashes lo bañaban con el fulgor del triunfo. A cada pregunta daba una respuesta inesperada y precisa, desconcertante y atinada. De su nariz aguileña colgaban unos lentes con marco verde flúo, sus cabellos parados con gel como al descuido empezaban a mostrar la sinuosidad cartográfica de unas entradas amplias y casi pude adivinar las zapatillas rojas o naranjas debajo de los pantalones oscuros medio chupines. Los periodistas reían cual claque contratada, y tal vez lo fueran.
- ¿Y qué expectativas tenés para Grummesslang, Silvio?
La pregunta sonó como cristales rotos en una cena de gala, como una corneta de cancha en un concierto de la Sinfónica de Viena. Algunos cronistas intentaron esconder al notero joven que había osado emitirla atrás de los maletines de sus notebooks. La mirada de Silver pasó de la magnanimidad efervescente a la frialdad psicopática.
- Se terminó la conferencia, chicos- dijo, con un hilo de voz. Salió a los empujones del grupo y fue hasta los ascensores. Ahí noté que dos chicas bajitas, de traje sastre, que todo el tiempo anotaban cosas en un cuaderno, lo seguían a pocos pasos. Una de ellas apretó el botón del ascensor mientras la otra le hacía varias preguntas sin esperar respuesta: “¿Estás bien?”, “¿Tenés sed?”, “¿Te pido sushi?”, “¿Te reservo cancha?”, “¿Te saco pasaje?”, “¿Te cambio el hotel?”, “¿Te cargo el iPad?”, “¿Te sirvo un café latte?”. Silver decía que no con el dedo mientras caminaba casi corriendo. Traté de subir en el mismo ascensor, pero dos guardias me detuvieron antes de que pudiera pasar de la recepción.
- ¿Caballero? - preguntó uno de ellos.
- Necesito ver al señor Silver.
- Le recomiendo anunciarse en recepción- dijo el otro, señalándome el interminable mueble combado de mármol rosado con el isotipo de Parnasus&Parnasus tallado en el centro. Me acerqué a la rubia en rollers que mascaba chicle y anudaba una de sus trenzas mientras soplaba el esmalte de sus uñas, lo cuál era una operación llamativamente difícil.
- Vengo a ver al señor Silver.
- El señor Silver no recibe a nadie.
- Es urgente.
- El señor Silver no recibe urgencias, sólo las emite.
- Mire que es muy importante.
- El señor Silver es quién determina la importancia de nuestros asuntos.
- Está bien- dije, alejándome- Le voy a transmitir al Sacralísimo Comité Organizador del Festival y Tertulia Mundial Publicitaria de Grummesslang que no pudo recibirme. Le agradezco mucho.
Cuando dije “Grummeslang” los guardias se pusieron en posición de ataque, las cámaras de seguridad me enfocaron y la secretaria escupió el chicle mientras perdía el equilibrio y caía hacia atrás, dejando a la vista sólo los rollers que giraban en el aire sin sentido.
- Gru…, Gru… ¿Gru?- se podría decir que preguntó desde su incómoda posición.
- Exactamente- respondí.
- ¿A quién anunció?
- Al Sr. Dark Pantone.
Fui hasta el ascensor escoltado por los guardias, que le aplicaron una descarga de pistola eléctrica a un cadete que tropezó conmigo cuando se abrieron las puertas. No dejaron subir a nadie más, deteniendo a dos camilleros que venían corriendo desde una ambulancia que acababa de estacionar en la puerta del edificio. Como una nave que partía hacia la estratósfera, el ascensor hiper ultra moderno empezó a subir con un zumbido imperceptible, como si fuera un capullo de precisión tecnológica que buscaba las alturas, a falta de algo mejor para hacer. La oficina de Silver estaba por encima de las oficinas gerenciales, por encima de la presidencia, por encima incluso de la terraza y la sala de máquinas: era una cúpula inmaculada que parecía flotar sobre todo el mundillo de Parnasus&Parnasus. Después de un sonido de arpa celestial que marcó el final del recorrido, me encontré en un lugar que podría haber sido la mezcla de un bar de Palermo Soho con la salita verde de un jardín de infantes: grandes almohadones de colores, sillones de todas formas y tamaños, máquinas de café, metegoles…. Dos creativos jugaban un reñido partido de ping pong, mientras otro se las veía con un pinball de Aerosmith y más allá había quienes circulaban en coloridos Segways. Era la felicidad de los niños en el mundo de los adultos. Todo esto lo miraba mientras avanzaba hacia la puerta de la oficina de Silver y las dos chicas de traje sastre me bombardeaban a preguntas.
- ¿Por qué no vino una comisión más grande?
- ¿O vino y usted es el primer contacto?
- ¿Esto significa que ganó?
- ¿O es solamente una falsa esperanza que le va a romper el corazón?
Pasamos junto a la mesa de ping pong. La pelotita cayó a mis pies. Se la alcancé al jugador que vino a buscarla: un creativo con una remera de Futurama transpirada.
- Ustedes sí que la pasan bien, ¿eh?- comenté, guiñando un ojo.
- No creas, tenemos que jugar un mínimo de 2 horas por día porque sino nos echan. Es parte del contrato- contestó, mientras se alejaba con la cabeza gacha a enfrentar un nuevo game. “Abogacía, mi viejo tenía razón, abogacía, mi viejo tenía razón…” era el mantra desesperado del que parecía tener la cara de Steven Tyler tatuada en el pecho por haber estado tanto tiempo expuesto a las luces del pinball. Ya frente a la puerta tapizada de señales de tránsito y publicidades antiguas, uno de los Segways estuvo a punto de atropellarme.
- Perdón, estoy apurado porque tengo que vomitar de nuevo- dijo el conductor, pálido como un espectro.
- Adelante, no hay que hacer esperar a Silvio- dijo una de las chicas, accionando el picaporte que me permitiría enfrentar cara a cara al creativo más polémico y cotizado del cono sur: Silvio Silver.

CONTINUARÁ…

domingo, 16 de mayo de 2010

Dark Pantone (El primer policial negro sudamericano publicitario nerd) Capítulo 7

Resumen de los capítulos anteriores:

Dark Pantone, detective afiliado a SUIPMPYA: Sindicato Único de Investigadores Privados del Mundo Publicitario y Afines, está buscando a Tiburcio Anselmi, Director de Arte Senior consagrado y ovacionado en más de una o dos ocasiones. Descubre que un equipo de programadores fue contratado desde una extraña dirección de mail para desarrollar un juego llamado “Tiburcio Hunting”. Después de ese hallazgo, es interceptado en plena vía pública por tres desconocidos en un vehículo marca Renault modelo Traffic que circulaba en dirección norte-sur.

Capítulo 7 en su base constitutiva fundamental:

Las 3 máscaras de látex de Super Mario Bros tenían apenas más definición que los 8 bits del juego original. Me quedé alelado, como un sistema operativo anticuado intentando abrir la última versión de un software que necesita mucho más recursos que los disponibles. Los enmascarados, que tenían remeras de colores plenos, uno de ellos con la cara de Spok, otro con la Darth Vader y el último con la de Mr.T, me empujaron adentro de la Traffic.
-Ahora vas a saber lo que es bueno -dijo Mr.T.
Adentro de la van había un viejo Sega Rally, que parecía haber sido arrancado de un local de juegos de los años 90.
-Lo tengo re manyado, olvidate -dije.
Me sentaron a los empujones en la butaca de plástico rígida.
-Vamos a ver si te la bancás -dijo Spok, poniendo una ficha en la ranura. Le costó al principio, porque era de esas que tienen 3 líneas de un lado y una del otro.
-Siempre te pasa lo mismo, por eso papá no te quería comprar más fichus- dijo Darth Vader.
- Qué decís, nene, nada que ver -dijo Spok y se alejó hasta un rincón, donde se fue cayendo hasta el piso y se quedó tirado, con la márcara de Super Mario Bros aplastada contra las rodillas. Parecía que todo su cuerpo se había convertido en látex, derretido por el peso de la depresión anímica.
-Bueno, córtenlan, denmen la ficha y corransen -dijo Mr.T.
Puso finalmente la ficha y las opciones del Sega Rally aparecieron en pantalla.
-Championship, por favor -pedí.
-Para vos tenemos una especial -dijo Mr. T, y giró el volante hasta que apareció una opción que decía “Nasty Experience”.
Mr. T y Darth Vader rieron durante unos 4 ó 5 minutos, mientras a su espalda Spok lloriqueaba y se hacía un ovillo sobre el suelo. Me ajustaron un cinturón de seguridad reforzado que no me dejaba moverme.
-Listo, largamos, campeón. El autito de rally se va a mover, pero nosotros nos vamos a quedar quietos, muuuuy quietos -dijo Mr. T.
En la pantalla, el auto del Sega Rally empezó a viajar por las pantallas que yo tanto conocía. Al principio no me pasaba nada, iba viendo con cierto aburrimiento como pasaban las curvas, los vados, los puentes de madera, los árboles a los costados del camino... Si no hubiera sido porque Darth Vader y Mr. T me sostenían los párpados para que no pudiera cerrar los ojos, hasta hubiera sido un poco entretenido. Pero en algún momento, como tímidamente, mi estómago se empezó a revolver. Al principio lo quise disimular, pensado que se me iba a pasar, pero la sensación fue haciéndose cada vez más presente, más intensa.
-Dale, vamos con la fase 2, arriba, que no podemos perder tiempo, es ahora ó nunca -dijo Mr.T
Spok se puso de pie y trajo una especie de cajón cerrado de metal con ruedas hasta donde estábamos nosotros. El aroma podía sentirse desde antes de que se levantara la tapa y quedara al descubierto el macabro dispositivo. El vapor calcinante de una máquina de hacer panchos empañó la pantalla por unos instantes e inundó toda la camioneta con su olor inconfundible a embutido recalentado. Allí tomé conciencia de la falta de escrúpulos, la maldad sin límites, la crueldad sanguinaria, la violencia inusitada, la perversidad neurótica, la ansiedad ingobernable, la ambición despiadada, la locura mesiánica de la oscura organización en cuyas garras había caído. Mientras mi estómago parecía estar dado vuelta por la náusea del mareo digital, los Super Mario Bros se hacían un pancho tras otro, rebosantes de mostaza y bañados en papas fritas de paquete.
-Basta, por favor, game over para mí, muchachos -dije, asqueado del asco mismo y dándome cuenta de que esa última frase era más apta para un tango modernoso que para alguna campaña publicitaria.
-Si no querés que esto siga, dejá de buscar a Tiburcio Anselmi -dijo Mr.T.
-¿Y si no qué pasa? -pregunté.
Los tres se miraron desconcertados.
-Eeeehhh, algo… muy, pero muy malo, malo de verdad, ¿mentendés? -dijo Darth Vader.
-No, no entiendo, la verdad es que necesitaría más precisiones -dije.
-A ver, hay cosas buenas, como por ejemplo... las vacaciones, o que te hagan un regalo lindo, o comer algo rico, bueno, esto sería lo contrario, sería algo malo, ¿captás?, como si no te fueras de vacaciones, o que te regalen algo medio bajón, como un par de medias, o comer algo que no te gusta -dijo Darth Vader.
-¡Bueno, basta, bajemoslón! -dijo Mr.T.
Me agarraron entre los 3 y me empujaron afuera de la Traffic.
-Acordate, algo malo, lo contrario de bueno, ojo, ¿eh? -me amenazó Mr T antes de ayudar a empujar la camioneta para que pudiera arrancar. Miré a mí alrededor, intentando entender adónde me hallaba, pero no había demasiado qué entender porque estaba en la misma esquina donde me habían interceptado los Super Mario Bros.
Caminé hasta mi oficina, respirando profundo para que se me pasara el mareo digital. El malestar casi vuelve cuando le vi la cara a mi secretaria.
- Lo están esperando, parece -me dijo, con un nivel de mala onda que podría superar las altísimas mediciones históricas irradiadas por ella misma. En mi despacho, encontré a Kiki mirando con aburrimiento la pantalla de su netbook.
- Mala señal -dijo.
- ¿Qué pasó? -pregunté.
- Que es muy mala la señal: o sea, accedo a una red, pero navega muy lento, no me gusta, yo estoy acostumbrada a otra cosa. Pero no perdamos el tiempo, ¿averiguó algo?
-¿Además de que un comando de tipos disfrazados de Super Mario Bros anda suelto por ahí?
-¿Super Mario Bros? ¿Qué le hicieron?
-Me indujeron un mareo digital y se pusieron a comer panchos.
-No puede ser…
-Sí, puede ser…
-Los hermanos Gorriti, ¿cómo llegaron hasta acá?
-¿Los hermanos Gorriti?
-Sí, tienen una empresa de promociones y eventos, pero además alquilan sus servicios al mejor postor para amenazar gente. Son una mente privilegiada para el mal: usan todo lo que le queda de los eventos para hacer sufrir al prójimo, por suerte no le aplicaron el show láser combinado con la wafflera.
-Se ve que tuve suerte.
-Alguien los contrató para amenazarlo, eso quiere decir que está en el camino correcto, ¿qué averiguó hasta ahora?
-Hablé con un tal Víctor Chipper, del departamento de Sistemas de Alimentos Arlequín. Alguien lo contrató por mail para desarrollar un juego llamado “Tiburcio Hunting”.
-¿Por mail? ¿Cómo es el mail?
-ss_super_creative_master_01@goldenbrain.com
-¿SS?
-Sí, así empieza.
-Pero claro, ¿cómo no me di cuenta antes? SS, sólo podía tratarse de él.
-No se de quién está hablando.
Kiki se paró en medio de la oficina y miró hacia el horizonte con una mezcla de odio y resentimiento, aunque no sabría decir qué proporción de cada sentimiento había en su mirada.
-Silvio Silver.
-¿Quién es Silvio Silver?
-Eso depende de quién le conteste la pregunta, Sr. Pantone. Silvio Silver es el más ególatra, ambicioso, despiadado, inescrupuloso y trepador de los directores creativos del país. Aunque claro, eso no es lo que dicen los medios especializados, que lo muestran como el más talentoso, original, carismático, ingenioso, chispeante y divertido publicista de su generación.
-¿Y para qué lo querría secuestrar a Anselmi?
-Eso no lo se, pero lo que sí puedo decirle es que lo odia desde siempre por un motivo muy simple: Tiburcio fue su maestro, su mentor, su guía, su cicerone, su puerta de entrada al mundo de la publicidad. Cuando Tiburcio era ya un senior consagrado, entró como junior en su equipo y aprendió todo de él. Silver fue escalando de la manera más rastrera hasta hacer que echen a Tiburcio para quedarse con su trabajo. Ahora que llegó a ser el creativo más importante del país, no quiere ni oír hablar de él.
-Pero Silver ya llegó hasta donde quería, ¿para qué puede necesitar a Tiburcio?
-Porque Silver logró todo, pero le falta lo más importante, el premio máximo para un publicista a nivel mundial: la Urraca de Titanio del festival de Grummesslang, el festival más exclusivo del planeta. Sólo los elegidos, los verdaderos dotados de la creatividad logran ese premio. Tiburcio lo tiene pero a Silver se lo niegan año tras año.
-Nadie le va a dar un premio por un secuestro, por más creativo que sea.
-Silver tiene una mente oscura, retorcida, es capaz de cualquier cosa.
-Entiendo, eso quiere decir que tenemos una sola opción: ir a hablar con Silver, dígame adónde puedo encontrarlo.
-En su oficina en lo más alto de la filial local de Parnasus&Parnasus, la agencia más grande del mundo.
-Muy bien Kiki, me voy entonces. Si quiere puede quedarse navegando, por más lenta que sea la conexión. Mi secretaria no le va a servir café.
Kiki se acercó hasta mí. Me miró directo a los ojos.
- FYI señor Pantone, detrás de esta ejecutiva fría como el hielo del Ártico hay una mujer. Encuentre a Tiburcio Anselmi y después agéndese una reunión urgente conmigo.
Kiki había logrado que ningún slogan viniera a mi mente.
-Lo siento, no bebo cuando estoy de servicio -contesté, como si hubiera hecho copy paste del guión equivocado. Kiki se corrió para dejarme salir. Las cosas empezaban a estar más claras. Ahora, sólo quedaba enfrentar a Silvio Silver en su propia madriguera: el departamento creativo de Parnasus&Parnasus.

CONTINUARÁ…

domingo, 25 de abril de 2010

Dark Pantone (El primer policial negro sudamericano publicitario nerd) Capítulo 6

Resumen de los capítulos anteriores:

Dark Pantone, detective afiliado a SUIPMPYA: Sindicato Único de Investigadores Privados del Mundo Publicitario y Afines, está buscando al inhallable Tiburcio Anselmi, Director de Arte Senior y emblema nacional de la creación publicitaria. Luego de pasar por el cyber del Gordo Resetti, el rastro que sigue lo lleva hasta Víctor Chipper, un empleado del sector de IT de una de las empresas más grandes del planeta: Alimentos Arlequín.

Capítulo 6 en su núcleo intransferible e inalienable:


El Director de RRHH de Alimentos Arlequín, Marco Aurelio Oliver Hardy, era, a los 28 años, toda una leyenda en el universo corporativo: a los 14 años había terminado la secundaria con honores en el colegio más exigente del cono sur: el Plus Ultra Pupils of the Entire World College, a los 18 años obtuvo la Licenciatura en Human Resources en la West Cincinnati University, a los 21 ya tenía 8 MBA´s y daba clases en 9 universidades de todo el continente, lo que lo convirtió en el pasajero frecuente con más millaje de todo el hub de las Américas. Se lo disputaban todas las empresas: comenzó en Automotores Carrington, de allí pasó a Columnata, una de las constructoras más importantes del mundo, luego estuvo en Fandango – Pantaloni & Chamise, hasta que recaló en Alimentos Arlequín, que lograba retenerlo desde hacía dos años con aumentos permanentes de sueldo para que no aplicara su filosofía de mejora continua que le impedía permanecer más de 4 meses en cada trabajo. Este genio precoz era el que había decidido intercalar los pisos de las diferentes áreas para evitar que estuvieran juntos, argumentando que “la comodidad atenta contra la proactividad y el dinamismo”. Así era como el área de IT de Alimentos Arlequín ocupaba los pisos 47, 49, 51 y 53. En el medio estaban: uno de los pisos de Finanzas, la lavandería corporativa y una parte de Logística.

Victor Chipper me llevó directamente al piso 53, donde estaba su oficina y los servidores centrales de la empresa.

- Qué raro lo de este virus, nadie nos avisó nada- dijo, mientras caminábamos por los pasillos donde se procesaban los interminables datos de la mega corporación.

- Estamos avisando en persona, es tan peligroso que estamos aplicando el “human warning”, lo último en alertas informáticas. ¿Qué plataforma usan acá? Es imprescindible que me lo diga para poder evaluar la vulnerabilidad de sus sistemas.

- Ahora estamos usando “Bodokian”, pero estamos migrando a “Mesianic”. El Mesianic lo desarrollaron especialmente para nosotros, llevó 9 años y medio de trabajo, y hace 14 años que empezamos a implementarlo, pero ya estamos a punto de terminar, vamos a ser mucho más eficientes con Mesianic, nada que ver con Bodokian, es mucho mejor, podemos mandar a imprimir y tiene unos botones con colores que hace que todo sea mucho más rápido para los usuarios, además, es muy seguro: no se puede navegar por Internet, ni copiar documentos de una máquina a otra, tiene 7 claves en cascada para entrar a la red y muestra los mails desde una mini ventana de 5 por 8 pixels que filtra todos los virus.

Habíamos llegado hasta el fondo del pasillo. Allí estaba la oficina de Chipper y su equipo. Aunque la temperatura no bajaba de los 65 grados por el calor que levantaban los servers, ni él ni ninguna de las personas que estaban adentro tenía una sola gota de sudor.

- Oiga, al final no se por qué le cuento todo esto, yo a usted no lo conozco, ni siquiera tuvo la decencia de darme su business card.

Lo tomé del cuello de su camisa celeste clarito y lo empujé por el pasillo de servers, hasta arrinconarlo contra uno de los equipos.

- Mire, Chipper, yo no necesito bussiness card, soy Dark Pantone, y quiero saber adónde está Tiburcio Anselmi- dije, mientras me distraía con unas lucecitas verdes que titilaban adentro del server contra el que se aplastaba la cabeza de Chipper, cuestionándome si la frase matadora había tenido el vuelo de las anteriores.

- ¿Anselmi? No se de qué me habla, voy a llamar a vigilancia….

- No me amenace, Chipper, ¿o tengo que decir vic_chip_27?

La cara de Chipper cambió de color varias veces, como si fuera una placa de video que había perdido para siempre su fase.

- Ese nic es ultra secreto, ¿cómo lo conoce?

- Digamos que tengo un buen amigo en alguna que otra cueva, no creo que al CIO de Alimentos Arlequín le cause gracia saber de las andanzas de su equipo de IT, ¿o puedo escribir en mi muro esta hermosa historia?

Chipper miró hacia el pasillo, desesperado. Los tonos pasteles de las remeras y chombas de sus muchachos, que se acercaban hasta nosotros, se reflejaron en los vidrios que protegían los servers.

- ¡Vic Chip en peligro! ¡Vic Chip en peligro!- empezó a gritar Chipper. Le pegué una bofetada y busqué el celular en mi sobretodo. Como pude le saqué la SIM y lo tiré al suelo.

- Para ustedes muchachos, está liberado- dije, señalando el aparato que el grupo miraba con curiosidad a sus pies.

- No me haga reír, mi hermanita de 7 años tiene uno mejor que este- dijo uno de ellos. Los demás le festejaron el chiste riéndose un poco. Hasta Chipper esbozó una sonrisa.

- Sí, pero éste me lo trajo una azafata desde Estados Unidos. Es AT&T, tiene el logo en la carcaza y en la pantalla de inicio- dije.

Se miraron entre ellos y después, como si fueran zombies desesperados por morder un cerebro, se tiraron sobre el aparato, gritando “mio, mío, te dije que es mío, soltá, mío, mío de mi persona, no tuyo, mío.”

Lo arrastré a Chipper hasta otro pasillo. En ese, las lucecitas de los servers eran rojas.

- Bueno, Chipper, basta de pre loadings, ¿qué estaban haciendo en el cyber de Resetti? ¿Qué pasa con Anselmi?

- Yo lo único que se de Tiburcio Anselmi es que es un personaje de un juego que me pidieron desarrollar por mail. Me entró el pedido un día a mi casilla personal, no a la de acá, la dirección del remitente era: ss_super_creative_master_01@goldenbrain.com Desde ahí me mandaban las instrucciones de cómo tenía que ser el juego. Era todo muy detallado: escenarios, personajes, argumento. Pero nunca hablé con nadie. Lo programamos con los muchachos del team, pero teníamos que hacer las pruebas en algún lugar donde nadie nos conociera, por eso fuimos a lo de Resetti. Hace unos días nos dijeron que estaba todo OK, que el juego estaba listo. Empecé a mandar mails para ver si nos pagaban, pero no me los contestaron más, no se qué pasará.

- ¿ss_super_creative_master_01@goldenbrain.com? ¿Con guión del medio o con guión bajo?

- Guión del medio

- ¿Seguro? ¿Sin punto, sin nada raro?

- Seguro, todo guión del medio

- ¿Punto com, no punto com punto ar, no?

- No, no, punto com, sin punto ar.

- Gracias, Chipper, y si tengo algún problema para salir de este edificio, el primero en saberlo va a ser el CIO de Alimentos Arlequín- dije, pero la amenaza no tuvo sentido ya que Víctor Chipper salió corriendo hacia donde sus compañeros se seguían disputando el celular, al grito de “Yo soy el Project Leader, tengo prioridad, tengo prioridad”

Recorrí el largo camino en el ascensor junto a ejecutivos, empleados, proveedores y algunos canastos de la lavandería corporativa que inundaban todo con el penetrante aroma a lavanda del suavizante de las camisas.

Dejé el enorme edificio pensando que hasta ese momento lo único que había conseguido era una dirección de mail, que sin dudas nadie respondería nunca, ni para decirme adónde estaba Tiburcio Anselmi, ni para pagarle a Victor Chipper y a su team.

Decidí volver a mi oficina para pensar un poco el asunto y de paso desempolvar algún viejo celular donde poner mi SIM.

Pero el camino iba a ser un poco más largo de lo que yo esperaba: una Traffic ploteada de negro mate me cerró el paso con una frenada violenta.



CONTINUARÁ...