domingo, 21 de noviembre de 2010

Dark Pantone (El primer policial negro sudamericano publicitario nerd) Capítulo 9

Resumen de los capítulos anteriores:

Dark Pantone, detective afiliado a SUIPMPYA: Sindicato Único de Investigadores Privados del Mundo Publicitario y Afines, avanza en la búsqueda de Tiburcio Anselmi, Director de Arte Senior, verdadero buque insignia y hasta incluso mascarón de proa de la genialidad publicitaria, quien parece haber sido deleteado cuál spam indeseable de este mundo. Luego de una serie de peripecias donde se topa con los más oscuros y atípicos personajes, llega a estar cara a cara con el que parece haber pergeñado el malévolo plan para secuestrar a Tiburcio: Silvio Silver, el director creativo estrella de la agencia más grandiosa del universo: Parnasus&Parnasus (filial local con liderazgo para todo el Cono Sur y alcance en otras regiones, continentes, subcontinentes, countries y barrios privados).

Capítulo 9 en su particularidad irremplazable y privativa:

Las puertas se abrieron como franqueándome la entrada a la sala más sagrada del templo secreto de alguna religión antigua de una civilización desaparecida en un continente hundido en un mar sepultado por una cordillera erosionada por un viento extinguido a causa del cambio de presión que provocó una modificación en el anticiclón que lo generaba como consecuencia del cambio climático global. De espaldas a la puerta, mirando la ciudad por entre las nubes, con el rostro reflejado sobre el interior de la esfera de vidrio que envolvía su oficina, Silvio Silver tenía la vista perdida sobre los edificios que se dibujaban en el horizonte.
-¿Chocolates Pegotín? -preguntó.
-No, gracias -contesté.
-Dígamelo… ¿fue por la campaña de Chocolates Pegotín?- volvió a preguntar y se dio vuelta. Caminaba como un mariscal de las guerras napoleónicas armando su estrategia para la batalla.
- Eso fue una genialidad, sin dudas -continuó diciendo sin esperar respuesta-. Alimentos Arlequín había intentado elaborar un nuevo chocolatín que no se derritiera ni se pegoteara pero les salió al revés y el chocolate se deshacía en cuanto lo tocaban. Les había costado varios millones la nueva línea de producción, era un verdadero desastre financiero. Y ahí fue donde intervino la chispa, la creatividad, la genialidad, el talento sin límites del equipo creativo liderado por mí, con una campaña pensada por mí, desarrollada por mí y dirigida por mí. El claim transmite la genialidad de la idea y la perfección de la estrategia: “Pegotín: dulzura que enchastra tu corazón” -dijo, moviendo su mano como si estuviera tocando un cartel invisible que flotara en el aire- Así de simple mi amigo, bastó esa idea para que los consumidores de todas las edades quisieran mancharse la ropa, las manos, el pelo, el tapizado del auto y los interiores de sus precarias o lujosas viviendas con esa pasta dulcificada artificialmente que apenas se podía mantener entera adentro de su envase. Como rebote, subieron las ventas de “Espumete”, el jabón para la ropa del Grupo Burbuja, entonces hicimos una campaña conjunta, “Pegotín” y “Espumete”, con el lema: “Para corazones enchastrados, el blanco del mejor lavado”, hasta hicimos un pack familiar donde venían 10 “Pegotines” y un paquete de 3 kilos de “Espumete”, otro éxito de ventas -concluyó, agitado, con expresión de iluminado mesiánico, respirando a sólo 3 centímetros de mi rostro.
- No fue por eso -dije.
- No me diga nada, espere, a ver…., esteeeeee…, ya sé, “Armagedón”, tiene que haber sido “Armagedón”, el arma de defensa para toda la familia, una obra maestra de la comunicación, sin dudas, ¿eh? -decía, caminando en círculos, a pasos cada vez más acelerados- Armamentos Rochester había hecho un fusil liviano, pensado para que cualquiera lo tenga en su casa como protección por el tema de la inseguridad y teníamos que vencer el prejuicio de alguna gente atrasada, siempre en contra del progreso y de la ley de selección natural, que todavía piensa que tener armas es algo malo, pero a la vez teníamos que marcar la peligrosidad del tema porque la compañía quería estar cubierta en caso de que hubiera una negligencia humana que no tuviera nada que ver con defectos de fabricación o falta de información suministrada al consumidor. Entonces, encontramos el mensaje: “Tiene mira, y mejor si no te toca”, fácil, simple, recordable, un juego de palabras que nos recuerda a nuestra infancia y a la vez una advertencia mortífera pero simpática, musical, que nos llevó a lograr el objetivo: “Armagedón” fue record de ventas en regalos para el Día de la Madre y Navidad. Tiene que ser eso, ¿no? -dijo, arrojándome su aliento tibio sobre la nariz.
- Tampoco es eso.
- Aaaahhh…, Grummesslang…, Grummesslang…, siempre misteriosa es tu Urraca ilustre, tu trémulo ídolo de precioso metal, sorpréndeme entonces, anónimo mensajero.
- Parece que el premio mayor te lo vas a llevar por algo que se llama Tiburcio Hunting, ¿te suena?
- ¿Tib?..., ¿Hunt?...
- Sí, un tal Víctor Chipper nos puso al tanto de esta interesantísima propuesta de gran pregnancia y recordación.
Silver dio un salto hacia atrás y luego corrió desorientado por su oficina, sin saber hacia donde ir.
- Esto es…, yo…, mi carrera… -balbuceó, apoyándose contra una estantería llena de muñecos de distintos tamaños. Su rostro se puso rojo, casi bermellón, como si hubiera descubierto un error en un spot de TV que ya había salido al aire. Me tiró con un Spok que no mediría menos de 50 centímetros y tal vez pesara unos 4 kilos. Me corrí justo para esquivarlo, pero no alcancé a evitar el Batimóvil que estacionó de punta en mi frente. Silver aprovechó mi caída al suelo para saltar por encima mío y enfilar hacia la puerta de su oficina. Me recuperé y logré manotear un Chewbacca, con el pelo de una textura asquerosamente real, que hice volar hasta que se estampó cabeza abajo contra la espalda del rey de la creatividad latinoamericana. El golpe funcionó como un empujón que lo acercó a su Segway bañado por completo en plata que brillaba gracias a la luz celestial que acariciaba cada rincón de la cúpula. Trepó en el vehículo, chocó contra la puerta abriéndola de par en par y escapó hacía la sala de los creativos. Salí corriendo tras él. El creativo fantasmal que manejaba uno de los Segways se acercó a mí a toda velocidad. Me preparé para el impacto, pero frenó casi rozándome y se bajó del aparato.
- Llevate el mío, no le aflojes, estamos con vos, flaco -dijo, señalándome el manubrio. Aceleré como pude y salí a toda velocidad. Una especie de compuerta secreta en una de las paredes se abrió para dejar pasar a Silver. Antes que desapareciera en la oscuridad, vi como una pelotita de ping pong rebotaba contra la pelada incipiente de su cabeza. Cual libertador de pueblos en una marcha triunfal, los creativos me aplaudían, mientras me acercaba a la entrada que me llevaría a descubrir el gran secreto que se ocultaba tras la desaparición de Tiburcio Anselmi.

CONTINUARÁ…